Aquí estoy de nuevo, robándole un minuto a la rutina.
Hoy vinieron a desayunar mis amigas. Les preparé unas sincronizadas (¿por qué se llamarán así?) con ensalada, fruta, café y pan. Fue un respiro de chismes y risas para aliviar la pesada carga de ser una ama de casa. Aunque al voltear hacia la cocina y ver la pila de trastes sucios, ya no me parece tan buena idea haberlas invitado. En fin, es lo malo de pertenecer a una especie tan gregaria.
Ya se me acabó el minuto de que disponía.
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